sábado, 27 de octubre de 2007

Pensamiento


"A la felicidad debe llegar cada uno por
un camino diferente".

Charles C. Colton


Querer contentar a todos implica, a la larga, no contentar a nadie. No actues segùn lo que los demàs esperan de ti. Muestrate como eres sin tratar de agradar. En el fondo, las personas que reafirman su personalidad son las màs apreciadas en la sociedad.

Tomado del libro de Gottfried Kerstin

domingo, 21 de octubre de 2007

Pensamiento


Dijo Confucio:

"Nuestra mayor gloria no esta en no caer jamás, sino en levantarnos cada vez que caemos".



Foto: Raul Junquera Pèrez

sábado, 6 de octubre de 2007

Fragmento


Maduramos psicològicamente cuando aprendemos a caminar desde el egoismo del Yo a la empatìa y la responsabilidad, interesàndonos por el Tù y el Nosotros.


Maduramos en la medida que dejamos de mirarnos y extasiarnos con nosotros mismos y somos sensibles a las necesidades y problemas de nuestros semejantes, pero de eso el orgulloso hinchado no tiene ni idea.


Cuando nos vamos haciendo cargo de nosotros mismos, somos responsables de nuestros actos, dejamos el egoismo y nos abrazamos a la sensibilidad, a la generosidad de dar, del perdonar y del compartir procurando que nuestro paso por la vida deje una huella de bondad y buenas acciones.


Hace mucho tiempo estaba leyendo un libro y me gustò especialmente esta parte, por lo cual lo escribì en un papel, y ahora veo la oportunidad de escribirlo para compartirlo con ustedes, no recuerdo exactamente el autor pero creo que es de Bernabè Tierno.

lunes, 1 de octubre de 2007

Una hora de tu tiempo






-Papá ¿Cuánto ganas por hora?

El padre dirigió un gesto muy severo al niño y repuso:

-No me molestes, que estoy cansado.

-Pero ... papá –insistía- dime, por favor, ¿Cuánto ganas por hora?

La reacción del padre fue menos severa. Solo contestó:

Ocho pesos por hora.

-Papá ¿Me podrías prestar cuatro pesos?

El padre montó en cólera y le dijo:

-Vete a dormir y no me molestes.

Había caído la noche.

El padre había meditado lo sucedido y se sentía culpable y, queriendo descargar su conciencia dolida, se asomó al cuarto de su hijo. En voz baja preguntó al pequeño:

- ¿ Duermes hijo mío ?

- Dime Papá.... (contestó entre sueños).

- Aquí tienes el dinero que me pediste (respondió el Padre).

El pequeño le dio las gracias y metiendo su manito bajo la almohada sacó unos billetes.

-Ahora ya completé el dinero.... tengo ocho pesos. ¿ Me podrías vender una hora de tu tiempo? ...